13 de septiembre de 2018.
ANÁLISIS EN EL PLENO DEL VI INFORME DE GOBIERNO DEL PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA. “POLÍTICA INTERIOR”
Versión estenográfica
Nos damos cita para analizar el 6º. Informe de gobierno, hoy para evaluar los aspectos referidos a la política interior.
No hay condición para un desarrollo amplio, de manera que mi intervención estará centrada en algunos de los temas vitales en esta materia. Pido Senador Presidente, se incluya mi texto integro en el diario de debates.
Este gobierno, que empezó con muy altas expectativas tiene justo su quiebre por dos temas centrales: corrupción y graves violaciones a los derechos humanos.
¿Qué sucedió?, ¿cómo se pasó del “salvando a México” de los titulares de la prensa estadunidense a los más bajos niveles de popularidad y aceptación de que se tenga registro en el pasado reciente?
Por increíble que parezca, el quiebre vino de violación a los derechos humanos y lo que parecía un pequeño caso de corrupción. Estos hechos, sumados a otros generaron una crisis política y una crisis de confianza de la que este gobierno ya no pudo salir, acabó en una profunda crisis ética cuyas consecuencias pagaremos aún en tiempos por venir.
Esa ruptura tuvo su vértice no sólo en los desafíos, sino justo en cómo se le encaró. No se enfrentaron con verdad y decisión, sino con simulación y complicidad. Ahí empezó una erosión acelerada de la credibilidad y confianza y que ante reclamos y señalamientos, lejos de revisar el rumbo, los errores se repitieron cada vez con más fuerza y llevaron al descrédito total. No se entendió que el país ya cambió, las viejas fórmulas, aún con nuevas tecnologías y medios ya no encajan en el México del siglo XXI.
Este sexenio será recordado por muy diversas razones. Si nos acordaremos, y con reconocimiento, de la Ley General de Víctimas y la gestión para sacarla adelante; del Sistema Para la Atención de Niños, Niñas y Adolescentes, así como de otros ordenamientos y acciones vitales para los derechos humanos, de algunas reformas, acuerdos y pactos.
También nos acordaremos de otras cosas:
Ayotzinapa, casi cuatro años después, nos sigue doliendo. Nos faltan 43 y miles más, cuyas familias, en un ejemplo de amor extraordinario, les siguen buscando. Así como Tlatlaya y varios sucesos más.
Los escándalos de corrupción lejos de enfrentarse, se reprodujeron y prácticamente están sin sanción. Nos duele el socavón, y las diversas versiones de estafas maestras, así como las complicidades para hacer negocios con la política y la política para hacer negocios, como los casos de Odebrecht , OHL, HIGA y otros.
El Sistema Nacional Anticorrupción no se instaló a cabalidad ni en lo términos necesarios. No se estuvo a la altura de la ciudadanía, que generó la iniciativa ciudadana más impresionante en años. Este gobierno quedó mucho a deber. Nos deben transparencia y rendición de cuentas.
Se dejó pasar la oportunidad histórica de refundar y transformar la procuración de justicia en el país. No contamos con un Fiscal General independiente y autónomo. Infelizmente hay señales que apuntan a que estamos en ruta de cometer el mismo error, sólo que en mayores dimensiones.
Se espió ilegalmente a periodistas, defensores de derechos humanos, víctimas y opositores en lugar de utilizar esa capacidad para combatir el delito. Hoy todos sabemos que es el “Pegasus”, pero no conocemos de un sólo responsable por su mal uso.
También se redujeron y amordazaron a los espacios para la libertad de expresión de manera dramática. Voces emblemáticas, voces profesionales y también voces alternativas fueron silenciadas de muy diferentes maneras. Desde el cierre de espacios, hasta a los homicidios impunes aún hoy en día.
También se legisló lo ilegal y regularizó lo irregular. La Ley de Seguridad Interior es la expresión más acabada de un modelo de seguridad fracasado y que pese a todos los cuestionamientos y reservas, se optó por su aprobación. Hoy se abre la oportunidad de superar ese modelo fracasado y abrogar esa ley.
México vive una epidemia de violencia. Los homicidios dolosos llegaron a niveles record, las desapariciones forzadas no ceden, por el contrario, no se castigan y se hace poco para atender a las víctimas. El desplazamiento forzado como consecuencia de las valencias es un drama no reconocido y tiene a decenas de miles de personas afectadas en nuestro país.
Una arista importante de la falta de gobernabilidad en el país es la incorporación del narco y otros grupos del crimen organizado en la política generando violencia política. Tan solo en el año electoral que esta por concluir, se tiene el registro de al menos 177 políticos asesinados en México, muchos de ellos fueron precandidatos y candidatos.
Estos asesinatos sólo son la punta de un iceberg, el problema de la intrusión del crimen organizado en la política representa sobretodo ingobernabilidad, violencias y ausencia del Estado de Derecho. Los esfuerzos por combatir esta dolorosa práctica, han sido a todas luces insuficientes.
En Síntesis, faltó visión y sobraron complicidades. Faltó carácter y congruencia democrática y sobraron spots. La gobernabilidad, la democracia y la transformación de México no son un producto a vender, son una realidad a transformar a construir, cuya primera regla debe ser la congruencia, la constancia y el valor.
Sí, el valor para romper con todas esas amarras que reproducen socialmente un estado de cosas que nos avergüenzan, lastiman y nos impiden desarrollarnos. Hay que estar alertas, pues esos que se beneficiaron con ríos de dinero, poderes fácticos legales e ilegales, hoy se pliegan bajo el principio “el rey a muerto, viva el rey” como guardianes de un status quo que no quiere moverse, como centinelas y defensores de entramados intereses particulares de unos cuantos.
Quien piense que México se gobernará como antes se equivoca completamente. La exigencia ciudadana, los años de engaños, los ofensivos niveles de carencias y desatención, los dolores y agravios son tales que ya no hay paciencia y tolerancia. El PRI tuvo una nueva oportunidad, pero no supo, no quiso, no pudo o todo junto, leer esa nueva realidad.
Sistema de justicia fallido, impunidad sistémica, corrupción crónica, violencia y violaciones graves a derechos humanos, ingobernabilidad, militarización del país, redes de macro criminalidad serán parte fundamental del sello de la administración que está a punto de terminar.
En síntesis, el gobierno de Peña nos quedó a deber, fue una gran y dolorosa decepción. Enseñó que el marketing no es suficiente para la gobernabilidad democrática, eventualmente ayudar a ganar elecciones, pero no se puede engañar a todos y todas todo el tiempo.
Muchas gracias por su atención.