18 de junio 2020.
Animal Político.
Aún estamos lejos de consolidar una cultura en la que se haga visible la diversidad de las orientaciones sexuales e identidades y expresiones de género no normativas.
“Amar es un derecho humano” parece una frase simple, si no se reconoce que casi nunca ha habido libertad para amar a quien se quiere. Aún estamos lejos de consolidar una cultura en la que se haga visible la diversidad de las orientaciones sexuales e identidades y expresiones de género no normativas. En muchas ocasiones, las personas sexualmente diversas siguen viviendo, conviviendo y amando en los espacios heteronormativos, porque el encontrarse del lado de la diversidad implica enfrentar violencia y discriminación.
Por eso, cuando se afirma que amar es un derecho humano se plantea toda la indivisibilidad, interdependencia y universalidad de los derechos humanos. Ello acarrea obligaciones para los Estados no sólo de carácter legislativo, también de política pública y decisiones judiciales que contemplen en todo momento la diversidad. En suma, los Estados deben considerar los desafíos que las personas LGBTI tienen para ejercer sus derechos humanos.