8 de junio 2020.
El País.
Las dos mayores economías de la región se hundirán un 8% y un 7,5% respectivamente, mientras el país andino sufrirá una contracción de hasta el 12% en plena crisis sanitaria. La región apunta a un desplome del 7,2% este año, muy por encima de la media mundial. La recuperación también será más lenta.
Cuando a principios de marzo la Organización Mundial de la Salud catalogó oficialmente el brote de coronavirus como pandemia mundial, América Latina no veía ni siquiera cercano el ciclón sanitario (y económico) que estaba por llegar. Mientras el número de enfermos crecía en Europa, con Italia todavía como foco principal en el Viejo Continente, y la enfermedad llegaba a Estados Unidos, al sur del río Bravo la situación aún lucía manejable. La sacudida sobre la matriz productiva china, el país donde primero se manifestó la enfermedad y el gran comprador de materias primas latinoamericanas, parecía el gran y casi único canal de contagio para la economía regional. Casi tres meses después la foto se ha dado la vuelta: con el paso de las semanas, América Latina se ha convertido en uno de los grandes damnificados económicos del virus. Al abaratamiento de los productos básicos se sumaron muy poco después un episodio de fuerte salida de capitales, el hundimiento de las remesas de migrantes (que afecta en gran medida a México y Centroamérica) y el desplome de las divisas que llegan gracias al turismo (un enorme golpe para el Caribe), y la conjunción de todas esas variables ha puesto en jaque a todo el área. El resultado es, según apunta el Banco Mundial en su informe de perspectivas publicado este lunes, una sacudida que superará con creces a la de la crisis de deuda regional de los ochenta y a la Gran Recesión de una década atrás.