El Universal
La ‘migratización’ de las relaciones de México con Estados Unidos, Guatemala, El Salvador y Honduras es un hecho.
El presidente Biden y su gabinete cuentan con el gobierno de México para dar continuidad al programa trumpista ‘Quédate en México’, que ya provocó una gran tragedia humanitaria – ¿a cambio de qué?
La premisa es que la militarizada Guardia Nacional siga combatiendo migrantes hondureños, y entonces el gobierno de Biden dejará otros temas contenciosos en manos del sector privado, del Congreso, y del TMEC, cuyo alcance rebasa el ámbito bilateral.
AMLO acertó al solicitar a Naciones Unidas el Plan de Desarrollo Integral (PDI) que promueve el desarrollo económico, el bienestar social, la respuesta al cambio climático y la gestión integral del ciclo migratorio: https://bit.ly/3pycbHA.
Sin embargo, en los hechos seguimos usando a los migrantes como moneda de cambio para apaciguar a Washington. Van entonces cuatro preguntas sobre la manera en que se formula nuestra relación con Centroamérica:
1. ¿Cuántos países incluye nuestra definición de Centroamérica? ¿Adoptamos la del Pentágono, el Triángulo del Norte: Guatemala, El Salvador y Honduras?; o seis: ¿añadimos a Nicaragua, Costa Rica y Panamá?; o finalmente siete: ¿agregamos a Belice, casi siempre relegado al Caribe anglófono? ¿O tenemos una estrategia por país, considerando las diferencias entre cada uno de ellos y la importancia estratégica de nuestro vecino, Guatemala, con 18 millones de habitantes y de lejos la mayor economía del istmo?