Los estudios forenses de los cinco jóvenes muertos, a los que ha tenido acceso EL PAÍS, elevan las dudas sobre la actuación de los militares que dispararon.
Un cuerpo con 12 heridas de bala y la cabeza destruida, otro con 10 y la espalda y las piernas hechas pedazos, otro con un único tiro en la sien… Son parte de los resultados de las necropsias a los cuerpos de los cinco jóvenes muertos a manos de militares, el fin de semana pasado en Nuevo Laredo, en el Estado de Tamaulipas. Los estudios muestran que las víctimas, todas entre 20 y 25 años, sufrieron en total 30 heridas por los balazos. Los soldados dispararon en total más de 60 veces.
Elaborado por peritos de la Fiscalía General de Justicia de Tamaulipas entre el 26 y el 27 de febrero, el informe, del que EL PAÍS tiene copia, ilustra la intensidad y precisión de los balazos castrenses, abriendo aún más incógnitas sobre la actuación de los militares, que además de dejar cinco muertos, mandaron a un sexto muchacho al hospital. Hasta este miércoles, el joven seguía en coma inducido. Un séptimo muchacho sobrevivió.