15 de julio 2020.
El País.
La gente que se expone al coronavirus lo hace por motivos económicos y las compras de subsistencia diarias siguen el mismo patrón que antes de la pandemia.
La nueva normalidad en México es muy parecida a la vieja normalidad. Basta con poner un pie en las calles de Ciudad de México para ver cómo la capital se ha transformado desde que las autoridades decretaron el paso al semáforo naranja, un sistema cuyo color advierte del riesgo de contagio de la pandemia. El naranja significa un nivel alto. Esto no ha impedido que los restaurantes comiencen a abrir, los cafés a llenarse, que cientos de personas retornen a las calles y los coches recuerden por qué esta era una de las urbes más bulliciosas de América Latina. Pero más que el ocio, la economía es el semáforo, la gente que tiene que trabajar para comer cada día no atiende a colores.