Ugo Pipitone
A Carlos Heredia y a Andreas Schedler del CIDE por su lucidez y creatividad, ejemplos de resistencia democrática al poder arbitrario de autoridades obtusamente ideológicas.
¿Cuál é la diferencia entre despotismo (en sus versiones neo-fascistas o de caudillismo para-comunista) y populismo? Dicho rápida y simplemente: el despotismo anula la democracia, el populismo la erosiona progresivamente. El primero hace tabula rasa de toda organización civil independiente que pretenda funcionar como órgano intermedio entre los ciudadanos y el poder político. El segundo, en nombre del pueblo, estrecha día con día la capacidad de expresión de la sociedad a través de sus diferentes sensibilidades e intereses.
La historia del siglo XX y de este inicio del nuevo siglo muestra que mientras es infrecuente que regímenes despóticos traspasen la valla que los separa del populismo, es mucho más sólito el camino contrario, o sea que el populismo se encamine hacia un despotismo que reduce la democracia a una caricatura demagógica de sí misma. Varias republicas ex soviéticas (incluyendo la propia Rusia), además de los casos ejemplares de Venezuela y Turquía, ilustran con exuberancia de detalles cómo, poco a poco, la división de poderes pueda cercenarse conjuntamente con el desmantelamiento progresivo de organismos civiles independientes y el consiguiente encumbramiento de un líder (encarnación única de los intereses del pueblo) que reparte beneficios a amplias clientelas sociales o a las Fuerzas Armadas, usadas como último dique de sostén interno en caso de necesidad.