20 de abril 2020.
Versión estenográfica
Buenas tardes Distinguida Asamblea.
Antes de fijar mi postura como senador de la Ciudad de México, quiero expresar aquí mi reconocimiento a todo el personal médico por su ardua labor en el servicio de las y los mexicanos, incluso han sido víctimas de agresiones y cargan con enorme demanda, frustración y desesperación de pacientes y familiares que reclaman por respuestas y servicios. por ello, hago un atento llamado a que cuidemos al personal médico.
Me gustaría iniciar diciendo que es una grande ocasión el hecho que nos reúne. No es el caso. Esta sesión del pleno del Senado de la República le queda a deber al pueblo, no se hace cargo de que #MéxicoEstáEnCrisis.
Uno diría que el Senado de la República se reúne para una agenda integral que ayude a salvar vidas, a salvar nuestra economía, o a mitigar los efectos de la pandemia del Coronavirus – que azota a nuestro país y al mundo -, y para acordar un mecanismo de emergencia que permita seguir sesionando. Pero no. No es Así.
No se discute, a pesar de las reiteradas demandas de múltiples sectores, un plan para atender la emergencia económica y social en marcha y así poder ayudar a enfrentar la destrucción de miles de empleos y con ella la fuente de subsistencia de millones de familias.
Tampoco estamos analizando cómo reforzamos la adquisición y compra de equipo y material para atender a las personas que se han contagiado de COVID-19. tendríamos que estar viendo cómo ayudamos al SAT a iniciar programas de incentivos fiscales para producir cubrebocas, máscaras, ventiladores y más, en lugar de que vayan a China a comprarlos.
En realidad, estamos aquí por un capricho presidencial, que la mayoría legislativa consecuenta, y exhibe al Senado como una ventanilla de trámite. Esta sesión se convocó para pretender mejorar la maltratada imagen del presidente, como parte de una pretendida estrategia de control de daños.
Se quiere disfrazar este actuar de la mayoría con un tono heroico y con un gran gesto humanitario. Ni lo uno ni lo otro.
Esta mal llamada Ley de “Amnistía”, no cumple con los fines que dicen buscarse. Ni es una amnistía y ni va a despresurizar humanitariamente el sistema penitenciario federal del país. El Comité Cerezo y otras organizaciones han señalado ya lo limitado de su alcance.
Esta Ley no cumple con los criterios de una ley de amnistía. Vamos, ni siquiera es congruente con la exposición de motivos y la reseña histórica de amnistías que ahí se relatan. Todas son de carácter político y buscan ser una forma de justicia transicional. Esta ley no cumple con lo que la constitución otorga al Congreso de la unión para legislar en esta materia.
Por supuesta que necesitamos una Ley de Amnistía, como parte de la justicia transicional que México requiere. Pero este proyecto no sirve para estos fines. Esa es otra deuda de este gobierno.
Si lo que se quería es descongestionar, el ya de por sí sobrepoblado y corrupto sistema penitenciario, que se encuentra en condiciones desastrosas de desatención y descuido a la población penitenciaria, lo primero que habría que hacer es dar marcha atrás a la indebida y dañina reforma al artículo 19 constitucional sobre prisión preventiva oficiosa. como consecuencia de esa reforma -que aquí se aplaudió con bombo y platillo -, miles de jóvenes pobres irán a la cárcel sin ni siquiera saber si con culpables. Una aberración del derecho penal y una acabada expresión del populismo punitivo.
Si en verdad se quiere ayudar a despresurizar los reclusorios en la pandemia existen otras vías constitucionales, mucho más rápidas y eficaces. El Presidente tiene la facultad constitucional de indulto y también se puede implementad un programa de libertad anticipada como ya lo permite la ley vigente.
Incluso, para tener un verdadero efecto, pues esta propuesta de ley sólo alcanza a personas internadas en el fuero federal. El Presidente podría hacer uso de su capital democrático, ese que tanto le gusta presumir, para liderar una acción con el aval total de gobernadores y la jefa de gobierno de la Ciudad de México para que se llevara a cabo un programa nacional de indultos y pre-liberaciones. De hecho, algunas entidades, sin tanta alharaca ya lo están haciendo. Tal es el caso de la Ciudad de México y del Estado de México. Es decir, se podía haber sido mucho más eficientes si el fin era disminuir la sobre población penitenciaria.
De hecho, le pido al Presidente y a los titulares del Ejecutivo en las entidades federativas que atiendan urgentemente a la población penitenciaria y a sus familiares. Están en riesgo y es indispensable su atención.
Quien piense que esta iniciativa servirá para la pandemia se equivoca o miente. La propia minuta aprobada por la Cámara de Diputados y en espera de aprobación en el Senado, establece que para llevar a cabo las liberaciones se creará una Comisión que analizará cada caso y determinará si es procedente aplicar el beneficio de la ley al solicitante. Esta Comisión se instalará dentro de los 60 días hábiles después de que entre en vigor la ley y, una vez que se reciba la solicitud la Comisión tendrá hasta 4 meses para resolver si es de aplicarse el beneficio; en palabras llanas, de esas seis mil 200 personas que podrían liberarse, ninguna de ellas logrará hasta dentro de al menos dos o tres meses, es decir, una vez que haya pasado la emergencia sanitaria.
La verdad es que, como dije antes, lo que se busca es una acción mediática que se quiere presentar al pueblo de México como un gran gesto humanitario.
Esta iniciativa, que ni merece llamarse amnistía, tiene más una enorme deficiencia legislativa. Los candados que se han puesto la hacen un beneficio mínimo e inoperante.
Déjenme ser claro. hay una gran hipocresía en todo esto, se aprueban reformas constitucionales punitivas, no se hace uso de facultades que da la constitución para disminuir la sobre población penitenciaria, la misma que tiene condiciones de desatención y maltrato. No se atiende la emergencia para salvar vidas, cuidar personal médico o atenuar el impacto económico y social de la pandemia.
no puedo dejar de mencionar que deberíamos de estar aprobando un mecanismo para seguir sesionando virtualmente o a distancia, como han hecho otros parlamentos del mundo. El Senado no debe para, debe atender su mandato constitucional. Debemos a la altura de las circunstancias. Colegas, la crisis que ahora vive el pueblo de México obliga a innovar. La SCJN ya lo hizo. ¿El Senado cuándo?.
El ejecutivo gobierna con base en decretazos y no hay contrapeso del Congreso. Tenemos que trabajar. En crisis, aún más.
Termino. Le digo al Presidente: hace mal en preocuparse por la erosión y desgaste de su imagen cuando hay una crisis que requiere de toda su atención, pero queda claro que no hay disposición para rectificar el curso. Por ello, hago un atento llamado a las familias mexicanas, al pueblo de México, a respetar las medidas de salud y sana distancia, a apoyar en medida de nuestras posibilidades a los micro, pequeños y medianos empresarios que quedan alrededor del 80% de los empleos, a cuidarnos y salir juntos de esta crisis a pesar del gobierno como tantas veces lo hemos hecho en el pasado.