10 de junio 2020.
La Brújula.
Emilio Alvarez Icaza Longoria
Las elecciones de julio de 2018 en México abrieron el inicio de un nuevo momento político y social para el país. Representaron el contundente mensaje de una sociedad que optó por el cambio, que aspira a que ahora sí se pueda dar pie a una nueva situación de las cosas y se enfrenten decididamente los escándalos de corrupción, la crisis de violaciones a los derechos humanos, la crisis de violencias e inseguridad, así como la lacerante desigualdad, entro otros grandes retos de la democracia que fueron poderosos disparadores de ese resultado electoral.
La primera etapa del nuevo gobierno, tres meses antes de la toma de posesión de Andrés Manuel López Obrados (AMLO), llegó con la instalación del nuevo congreso con una mayoría legislativa de la coalición Juntos haremos historia (Morena-PT y PES). No debe escapar del análisis el hecho de que, en la Cámara de Diputados se observa una sobre representación escandalosa del partido gobernante. López Obrador recibió un claro respaldo en la urna con el 53 % del total de los votos, no así su partido para la integración del poder legislativo. El Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) recibió en las urnas el 37.3 % de los votos para la Cámara de Diputados (con sus aliados llegó al 43.6 %) y 37.5 % para el Senado de la República, sumando con sus aliados de coalición el 43.7 %.