8 de marzo 2020
#8M
Por Expansión
La disminución del presupuesto a programas para mujeres es el signo del desprecio de este gobierno por nosotras; como si quisieran que sigamos siendo la materia prima de esa máquina que nos asesina.
Estas dos características, a pesar de las luchas que se han ganado durante el siglo pasado, no han dejado de ser la regla en el siglo XXI. En nuestro país, las luchas obreras y campesinas dieron como resultado logros trascendentales, como la jornada laboral de ocho horas, o la seguridad social. Sin embargo, las demandas de las mujeres siempre quedaron a un lado: guarderías, permisos por maternidad, no ser despedidas por estar embarazada, alto al acoso de nuestros superiores, salarios iguales por trabajo igual, trabajo desde el hogar, etc.
Estas demandas, solo son algunas de las cosas que permiten que las mujeres puedan desarrollarse libres y seguras en sus centros de trabajo, sin embargo, ni los patrones, ni el Estado ni los sindicatos han estado dispuestos a cumplirlas. Las consecuencias de no tener estas prestaciones son claras, dejar a nuestros hijos e hijas con terceros, salir tarde del trabajo, estar expuestas a ambientes laborales violentos. No es ninguna casualidad que las mujeres más violentadas sean las que tienen trabajos más precarios, como las mujeres que trabajan en las maquilas de la frontera norte de nuestro país.