Versión estenográfica
En general, las tragedias ponen en evidencia no solo los valores, sino las capacidades y lo que hoy queda muy en evidencia es que la gestión del huracán “Otis”, ante, durante y después voy a describir en cuatro palabras lo que ha hecho el Gobierno Federal, estatal y municipal: la omisión, la incapacidad, la ineptitud y la negligencia.
No se tomaron las debidas medidas antes, durante y después, y por supuesto que es una tragedia, pero lo peor está por venir, lo que ha sucedido no es lo malo, viene lo peor y por eso creo que es fundamental que el Estado mexicano tenga capacidad para responder en su conjunto.
La pérdida de la temporada de diciembre va a significar cerca de una pérdida de tres mil millones de pesos para Guerrero y su economía, y la pérdida va a continuar, la crisis en materia de salud está ya presente, el problema del dengue, del paludismo y otras infecciones.
Sería muy bueno que en el programa de las 20 acciones se destacara de una manera más notable las acciones de prevención en materia de salud, porque no es el caso.
Sería también muy importante que se tuviera en cuenta que los expertos han verificado que el monto que requiere Acapulco es al menos cinco veces más de lo que se ha anunciado, pero también es muy importante señalar que hubo un cambio de criterio inexplicable.
Bueno, sí explicable, el Presidente regañó a la titular de Protección Civil, se habían declarado desastres en 47 municipios y, después del regaño, quedó en dos.
En realidad, la actuación no es solo para Acapulco. Acapulco concerta y concita una enorme solidaridad, pero las poblaciones pobres y alejadas de Acapulco son las más necesitadas y yo creo, honestamente, que lo relevante no es si nosotros estamos en Acapulco o en los municipios adyacentes, lo relevante es que el Presidente esté allí y que no desde Yucatán nos diga que ya hay energía eléctrica en un lugar que ni siquiera ha puesto un pie.
Lo relevante es que todo el gabinete esté allí y, en ocasiones las comparaciones son odiosas pero necesarias.
Cuando fue el huracán “Paulina”, Ernesto Zedillo estuvo allí todo el tiempo e incluso su gabinete sesionando, así tendría que haber sido, no entiendo por qué el Presidente López Obrador no ha encabezado desde el principio el esfuerzo, allí; no sé por qué se fue por tierra haciendo otra vez una historia desde él y no desde las víctimas.
Podemos no estar de acuerdo, podemos tener visiones muy distintas, y las tenemos, pero me parece que es fundamental que podamos convenir en la necesidad de intervenir en Acapulco.
Y yo lo digo con mucha claridad y honestidad, yo no pienso destinar mi salario por la vía de lo que aquí se descuente, yo se lo voy a dar a organizaciones de la sociedad civil, porque no confío en cómo están haciendo el uso.
Hemos advertido de los riesgos de la militarización. Hemos llamado la atención a lo que eso puede significar, y ya tuvimos una probadita de cómo el Ejército empezó a confiscar ayuda en Chilpancingo, ya vimos los excesos de esa intervención, en lugar de multiplicar ayudas y capacidades las han intentado limitar.
En lugar de multiplicar los esfuerzos y los brazos, el Presidente ha mandado un mensaje de descrédito a las organizaciones de la sociedad civil; hemos aprendido códigos de solidaridad y creo que eso se hace necesario.
Podemos estar muy en desacuerdo, pero sí creemos que necesitamos una respuesta de Estado, muy distinta a la que hoy estamos teniendo, recursos de una mucho mayor magnitud porque lo peor está por venir y por eso creo que se hace fundamental una capacidad de suma…
Lo que ha sido la gestión después, esencialmente ha sido una capacidad de resto, esto no ayuda a nadie, eso no conviene. Quienes están viviendo hoy en Guerrero esta tragedia están padeciendo un infierno y lo que se necesita es una capacidad de respuesta del Estado mexicano, no la evidencia de pequeñez que hoy estamos viendo.
Por su atención, muchas gracias.