Versión estenográfica
Distinguida Asamblea, las dos comisiones que hoy nos reúnen son la última expresión de la progresividad de los derechos humanos y constituyen un estándar interamericano que va a colocar en mejor protección a las personas que pudieran acudir e invocar a su protección, desde el Estado mexicano a la aplicación de esta Convención.
¿Y por qué estas dos convenciones? Y, ¿por qué se hace fundamental? Se hace fundamental, porque esencialmente la discriminación es un proceso de negación de derechos, de constitución de barreras invisibles, a veces visibles, que genera una condición de desigualdad ante la igualdad de la ley, pero el dilema fundamental de las democracias del siglo XX ya no es sólo la igualdad ante la ley, sino la igualdad en el ejercicio de los derechos humanos, ese es el centro del debate de la democracia del siglo XXI, cómo generamos condiciones para que todas y todos puedan ejercer los derechos en igualdad, sabiendo que somos poseedores y poseedoras de los mismos derechos, pero los ejercemos de manera diferente, los adultos no tienen las mismas necesidades que los niños, las mujeres no tienen la misma necesidad de protección que los hombres.
Lo que hemos convenido hoy es que el Estado tiene que garantizar el ejercicio de derecho de todas y todos, pero también hemos descubierto que el racismo, que el clasismo, el sexismo o que la discriminación, por ejemplo, la personas LGBTIQ y más, genera una condición de negación de derechos.
¿Por qué se hace importante entonces tener este tipo de instrumentos? Porque no basta el precepto de igualdad ante la ley, que es un gran logro, si en la realidad hay personas que por determinadas características o condiciones no los pueden ejercer, por su edad, por el lugar donde viven, o sencillamente hasta por qué piensan lo creen, ahí es donde tiene que intervenir el Estado, y tiene que intervenir para garantizar justo esas barreas invisibles se vayan demoliendo poco a poco y en esta protección de derechos a todas y todos, generar esa condición no sólo de igualdad sino una condición de dignidad, lo que está detrás de estas convenciones, es el precepto de dignidad para todas y todos.
Por eso tan importante, también tiene un precepto muy importante, va a sumar a México, a dos países que han aprobado todos los instrumentos interamericanos, Brasil y Costa Rica.
México mandaría un poderosísimo mensaje de liderazgo regional, que de hecho se convierte en un corpus jurídico internacional, para ir avanzando en construir nuevos estándares de protección a las personas y también va a generar una condición que en derrama ayudará a la implementación de la política pública.
La Senadora Mercado decía que México es un país muy dado a firmar y eso es cierto, pero ha llegado el momento que estas convenciones se conviertan en política pública.
La Reforma Constitucional de 2011 en materia de Derechos Humanos ya establece que estas convenciones están solo por debajo de la Constitución, están incluso por encima de leyes nacionales y constituciones estatales. Lo importante es que se conviertan en principios rectores de la política pública del gobierno federal, estatal y municipal.
Se hace fundamental entonces, colegas, que podamos aprobarlas por unanimidad.
Y por supuesto hubo una enorme discusión, tuve la gran alegría de participar en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y en su construcción, y me da una enorme significación, ahora como Senador, poder votarlas y poder decirle a la gente que está en condición de desigualdad: si aprobamos estas convenciones tendremos mejores instrumentos para defender a la gente cuyos derechos son negados, cuya dignidad es negada.
Y terminaríamos también con un proceso de generar esta condición de igualdad en democracia en el siglo XXI. ¿Y qué quiero decir con eso? Lo que hoy sucede es que hay una deuda importante con muchas personas, la homofobia, la lesbofobia, las pongo solo como ejemplo de negación de derechos en lo cotidiano.
Cuando por color de piel en este país todavía hay gente que quiere insultar a otra persona y dice: “no seas indio”, y la persona referida contesta como si en verdad fuera un insulto, es cuando vemos cuánta falta por avanzar.
La verdad es que en esta materia tenemos todavía mucho trabajo que hacer, estas convenciones se van a convertir en un detonador de esa civilidad democrática que tanto necesitamos.
Por eso celebro que la Comisión de Relaciones Exteriores y la de Derechos Humanos, con sus presidenta y presidente, y los integrantes, hayan puesto al Pleno su consideración, y por supuesto que manifiesto a favor.