El País
7 de julio 2021.
Por Micaela Varela
Simón Pérez, la última víctima de la lucha de las comunidades indígenas contra el crimen organizado en Chiapas.
Simón Pedro Pérez López había salido el lunes a las diez de la mañana a comprar acompañado de uno de sus cuatro hijos. Cerca del mercado del municipio de Simojovel, una moto detuvo su marcha y le apuntó directamente a la cabeza. Un solo tiro certero y rápido acabó con la vida de este indígena tsotsil de 35 años y activista por los derechos humanos. Nueve días antes, había acompañado a los pobladores de Pantelhó a presentar una denuncia formal ante la Secretaría de Gobierno. Pedían la intervención de las autoridades ante el avance de los grupos armados que llegaron hace seis años a la región de Los Altos de Chiapas para sembrar el terror a base de violencia y armas. El asesinato de Pérez López es la última marca en la estela de desplazamientos forzados, extorsiones y violencia en la lucha por los territorios codiciados por narcotraficantes.
El velorio por Simón Pérez ha reunido este martes a varios indígenas de la región para conmemorar su labor y su vida. El sacerdote Marcelo Pérez Pérez ha pedido a los asistentes que no se dejen llevar por los deseos de venganza y ha recordado la trayectoria de Simón como presidente de la sociedad civil de Las Abejas de Acteal. Esta asociación lleva 23 años pidiendo justicia por la masacre de Acteal en la que perdieron la vida 45 miembros del grupo que mediaba entre los zapatistas y el Gobierno. Las mujeres, niños y hombres fueron ejecutados por tsotsiles armados que habían sido adiestrados por el Ejército para identificar y detener más levantamientos, según narra la asociación. Mientras esperan que sus reclamos de justicia sean oídos, operan como canal para denunciar a grupos criminales que han tomaron el control de las regiones indígenas tsotsiles en Chiapas, un Estado azotado por la pobreza y la violencia.