Sin Embargo MX
Por Jorge Javier Romero
No es “normal” que un grupo de soldados en uniforme de campaña ocupe la tribuna del Congreso, aunque sea solo para tocar el himno nacional.
Fue solo una banda de guerra para hacer honores a la bandera; no estaban tomando la tribuna ni era la escena de un golpe. Sin embargo, la imagen resulta ominosa en un momento de suplantación militar de las tareas civiles del Estado. Por supuesto, ante la crítica, de inmediato el coro de quienes pretenden normalizar la presencia castrense en todos los ámbitos de la vida nacional desplegó su cacofonía: “dejen de exagerar”, “es súper normal”, “es solo una banda tocando el himno”, “ustedes odian a los militares”, “la gente se siente cercana al ejército”. La cantaleta justificadora del despliegue verde olivo hasta el último rincón de la
vida institucional de México.
Desde luego, no es la primera vez en la historia en la que una banda de guerra interpreta en himno nacional en el recinto parlamentario. Cada 1 de septiembre, en la apertura de las sesiones anuales del Congreso, se le rendían honores al Presidente de la República que acudía a presentar su informe, pero nunca ocupaba la banda la tribuna ni se instalaba entre los legisladores.